Los restos de poda y jardinería doméstica representan más del 5% del total de los residuos urbanos. Son residuos de gran volumen y poco peso que no pueden ser depositados en los contenedores verdes y necesitan un tratamiento especial.
A esto se le suma que durante las épocas de otoño e invierno, comienza el proceso de poda en calles y espacios verdes públicos. Casi todo este proceso es llevado a cabo por el ayuntamiento (principalmente la recogida y retirada de los residuos) aunque en algunos casos se precisa de la ayuda de empresas dedicadas a la gestión de residuos que cuentan con contenedores especiales y maquinaria específica (grúas con pulpo, compactadoras, etc.)
A raíz de la pandemia del Covid-19 los puntos limpios de la ciudad estuvieron cerrados. Esto agravó el problema ya que los ciudadanos comenzaron a mezclar sus desechos vegetales en contenedores de obra y escombros lo que impide que sea tratado correctamente.
Estos residuos vegetales son biodegradables pero su gran tamaño exige un tratamiento especial para aprovechar los subproductos que se derivan del reciclaje.
Y en este último punto, las plantas de tratamiento orgánico juegan un papel fundamental. Allí se separan los restos vegetales limpiándolos de los materiales inservibles y luego pasan por el proceso de triturado donde comienza el compostaje natural que tendra un tiempo estimado de 3 a 6 meses.
La producción de biomasa es otra de las alternativas que se derivan de reciclar estos desechos. La biomasa resulta una fuente de energía renovable más económica, segura y eficiente con menos emisiones y además contrubuye al mantenimiento de bosques o al reciclaje de residuos agrícolas.
Como vemos, los restos de poda y ramas pueden ser aprovechados en su totalidad y una medida con la que podríamos contribuir sería tener nuestra propia compostera doméstica. Esto nos permitiría gestionar mejor los residuos y evitar la contaminación del medioambiente.